Conociendo el celo y la generosidad del primer grupo de misioneros Oblatos en Canadá, Eugenio les anima a guardar un equilibrio.
“No permitan que el trabajo les abrume, que será muy pronto. Nunca hay que querer hacer más de lo que Dios permite. Arreglen todo con prudencia; pero sobre todo, guarden siempre tiempo para dedicarlo al estudio y a su santificación personal en el interior de su casa; eso es necesario.”
Carta al P. Jean Baptiste Honorat, Marzo 26, 1842, EO I núm. 10