QUERER ACEPTAR UNA GRAN MISIÓN NO LO ES TODO, TAMBIÉN HAY QUE SABER ENFRENTAR LAS CONSECUENCIAS DE ESA DECISIÓN

Hemos visto cómo los Oblatos dan la bienvenida a la invitación de la Providencia para enviar misioneros a Canadá. Eugenio le envía al P. Courtès las noticias más recientes:

“La respuesta a la cuestión planteada ha sido unánime. Recibí además un gran número de cartas expresándome la inclinación particular hacia esa misión. Sólo me queda preocuparme por la elección por hacer. Enviaré cuatro misioneros y dos hermanos para formar nuestro establecimiento en Montreal…

Así, mi querido, son los detalles que puedo darte sobre esta importante misión. Espero que Dios la bendecirá y pienso como todos ustedes, que será ventajosa para la Congregación.”

Así, Eugenio pregunta a quién elegir para ir. 

“Ahora lo difícil será formar esta nueva comunidad. Los elegidos deben ser hombres capaces de anunciar la palabra de Dios y buenos para ser presentados al clero de Montreal, que no carece de mérito. Tendremos que imponer sacrificios a otras comunidades. Querer aceptar una gran misión no lo es todo, también hay que saber enfrentar las consecuencias de esa decisión.”

Carta a Hippolyte Courtès, Agosto 11, 1841, EO I núm. 3

Un recordatorio de las palabras de Jesús:

«Si alguien no carga la cruz que se le entrega al seguirme, entonces no puede ser mi seguidor. Cuando alguien va a construir una torre, se sienta primero a hacer un plan, ¿verdad? Tiene que ver si tiene el dinero para hacer el trabajo. 29 Si no hace primero un plan, empezará a construir el edificio pero no lo podrá terminar y todos se burlarán de él.» (Lucas 14:27-29)

Contar con entusiasmo y celo no es suficiente para ver realizados nuestros buenos proyectos.

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