Como Superior General, Eugenio asignó al P. Hermitte, un nuevo misionero, la tarea de ayudar espiritualmente a quienes lo necesitaran.
Te envío a Ntra. Sra. de Laus, para que prestes ayuda a tantas almas necesitadas que acuden a ese santuario para aliviar sus males. Será necesario confesar tanto a los peregrinos como a los habitantes que acudan a ti.
Eugenio le recuerda del modelo de todas las misiones de los Oblatos: cooperador del Salvador, siguiendo las huellas de los apóstoles.
Tendrás que ser todo para todos, como el divino Maestro al que servimos y los santos Apóstoles, cuyas huellas seguimos. Ve pues, mi querido hijo, con la disposición de suplir con el celo al pequeño número de obreros.
El Salvador nunca abandona a sus colaboradores:
El Señor, cuya obra realizamos, proveerá a nuestras necesidades si somos servidores fieles, cumpliendo la bella misión que nos ha confiado por una gracia de predilección.
Carta a Jean Hermitte, Agosto 25, 1837, EO IX núm. 636
En nuestros días, como la Familia Mazenodiana de Eugenio, somos invitados a coincidir en ese punto de vista en nuestra vida cotidiana.