CUANTO AGRADEZCO A DIOS POR CONOCER LA LENGUA DE QUIENES TENGO EL DEBER DE INSTRUIR Y QUE COMPRENDEN LO QUE ME ESCUCHAN DECIR

La Vieille Charité, Marseille

Confirmación en el hospicio de la Caridad.  Me presentaron a un gran número de niños para recibir este sacramento.

Siempre cercano a la gente, en especial a los pobres de dichas instituciones en Marsella, ¡Eugenio narra que predicó en provenzal por hora y media!

 

Habría concluido de hablar antes si hubiera notado que la atención de los oyentes disminuía, pero creo que grandes y pequeños esperaban que prosiguiera, que es lo que he encontrado en toda mi gira. ¡Oh, cuánto agradezco a Dios por conocer la lengua de quienes tengo el deber de instruir y que comprenden lo que me escuchan decir! No lo cambiaría por todo el oro del mundo; el testimonio que veo a diario sobre la excelencia de ese método no interfiere con mi convicción de hacerlo.  

Diario de Eugenio de Mazenod, Septiembre 26, 1837, EO XVIII

“Al desembarcar, Jesús vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.” (Marcos 6:34)

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *