TENDRÉ  QUE  ENCARIÑARME  CON  ESTE  PUEBLO  COMO  UN  PADRE CON SUS HIJOS

Estas hermosas palabras resumen todo lo que Eugenio haría en los siguientes 24 años, como Obispo de Marsella:

Aquí estoy, convertido en pastor principal de una diócesis que por más que se diga, no está poblada de santos. Me fue dada, no la hubiera escogido. Sin embargo, tendré que encariñarme con este pueblo como un padre con sus hijos. Tendré que consagrarle mi existencia, mi vida, todo mi ser; deberé solo pensar en su bien, temiendo no hacer lo suficiente por su dicha y santificación, preocupándome por abarcar todos sus intereses espirituales y en cierto modo, su bienestar temporal. En una palabra, tendré que consumirme por él, dispuesto a sacrificar mi comodidad, mis gustos, el descanso y la vida misma.

Retiro de preparación antes de tomar posesión de la sede episcopal de Marsella, Mayo 1837, EO XV núm. 185

He aquí la magnífica expresión del significado integral de la oblación, iniciada a los pies de la cruz un Viernes Santo y vivida y profundizada a lo largo de treinta años, a través de una rica vida misionera, llena de sucesos.

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