ULTIMATUM

Hemos seguido a Eugenio en su difícil situación de reconciliación con el rey y el gobierno y cómo se resistía a lo que le pedían para lograrlo.
Henri Tempier, con toda razón, estaba molesto con Eugenio por no cooperar con quienes trataban de ayudarle a salir del exilio lejos de Marsella, de restaurar su ciudadanía francesa y de ser aceptado como Obispo legítimo. Tempier envió al Padre Jeancard a Laus para hablar directamente con Eugenio y ayudarle a redactar la carta requerida por el rey.
Jeancard llevó la siguiente carta de Tempier. Es directa y presenta un ultimátum para poner condiciones y tomar alguna decisión.

Mi querido Señor y amado Padre:
¿Acaso no desea salir de la amarga situación en la que se encuentra? De no ser así, ¡bien! Pero en ese caso no debiera permitirnos incurrir en todos los gastos y procedimientos y debiera prohibir categóricamente a Guibert decir una palabra acerca de usted; tendrá que soportar todas las injurias que le profieran; deberá aceptar todo el acoso, pasado, presente y futuro, ya sea de miembros malintencionados de la sociedad o del gobierno. Si eso es lo que desea, no tengo nada que decir.

Es necesario que escuche a sus amigos que cuidan de su bienestar y que no han escatimado esfuerzos para redimirlo de tan terrible situación.

Pero si por el contrario, desea salir de dicha dificultad, que tengo razón en describir como lamentable, tendrá que ceder en algo y someterse a la opinión de sus amigos, quienes también se preocupan por su honor. No han hecho nada indigno de usted hasta ahora y nunca le sugerirían hacer algo inapropiado o degradante.
Es absolutamente necesaria su cooperación en las medidas que tomamos a su favor. Lo consideramos ser tan indispensable, que para no perder otra semana en negociaciones por correspondencia, decidimos enviarle a Jeancard; todo cuanto le comunique ya fue analizado en comité en la presencia de su Eminencia [ed. Obispo Fortuné].

El P. Jeancard, antiguo Oblato, era un respetado colaborador de Eugenio, a quien más adelante nombraría como su obispo auxiliar en Marsella, y quien Tempier y el Obispo Fortuné esperaban lograra convencer a Eugenio, incluso si significara aceptar ser responsible de la diócesis.

Otra dificultad es aceptar alguna diócesis, si le fuera ofrecida. ¿Por qué se opondría a seguir el camino que la Providencia le abre? Me dirijo a usted como amigo y confidente de sus pensamientos más secretos: cometería un error al rehusar una sede episcopal, si fuera su deseo que la aceptara. Solo espero, que para tranquilidad de su conciencia y muchas otras consideraciones, sea obispo de cualquier otro lugar que Marsella, pues ahí podría hacer mucho más bien.

Carta de Henri Tempier a Eugenio de Mazenod, Agosto 23, 1835, EO2 Tempier núm. 83

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