El año de noviciado en esa época, primer paso para convertirse en Oblato, había sido mudado a la casa de Aix. El recién nombrado maestro de novicios, Casimir Aubert, tenía 24 años. Al respecto, Eugenio escribió al superior de la casa, Padre Courtès, pidiéndole aconsejarlo:
Te recomiendo cuides la salud del maestro de novicios, que siendo aún muy joven y escuchando más a su celo que a sus fuerzas, podría fácilmente agotar su energía, que no es demasiada.
También recomienda al superior nunca perder de vista el papel del maestro de novicios:
El maestro de novicios debe dedicarse por completo a su cometido. Por tanto, nunca se le debe apartar de su ocupación principal: los novicios, a quienes debe por así decirlo, incubar como gallina a sus pollitos.
Debido a la importancia del proceso del noviciado, Eugenio debe ser parte de él:
No se admitirá nunca a nadie sin consultarme. Se me informará de todo al menos una vez al mes. En caso de duda se me consultará.
Carta a Hippolyte Courtès, Octubre 2 y 3, 1834, EO VIII núm. 486
Casi dos siglos después continúa el proceso, no solo para quienes desean ser misioneros religiosos, sino para muchos laicos que desean seguir el carisma y la misión de San Eugenio como miembros Asociados de la Familia Mazenodiana. Es esencial para todos un tiempo adecuado de discernimiento, formación y preparación, antes de realizar el compromiso.