El remedio a la trágica situación de la Iglesia – y específicamente, al daño ocasionado por la “pereza, la indiferencia y la corrupción entre el clero”- propuesto por Eugenio es el buen ejemplo de los sacerdotes. “El ejemplo es liderazgo” , decía Albert Schweitzer – y era difícil encontrar a alguien más convencido de esto que al propio Eugenio.
Nosotros reconocemos el familiar tema fundacional que vuelve constantemente: tras las huellas de los apóstoles, “ser” para “hacer”, “todo por Dios”, etc…:
Para ello es preciso formar apóstoles que, después de convencidos de reformarse a sí mismos – “vela por ti mismo” – trabajen con todas sus fuerzas en convertir a los otros: “Vela por ti mismo y por la enseñanza”, era el encargo de Pablo a Timoteo, “persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen” (1 Tim 4, 16)
Y como hemos visto que la fuente verdadera del mal era el descuido, la avaricia y la corrupción de los sacerdotes, una vez reformados esos abusos, los otros cesarán.
Regla de 1818 Capítulo primero, §3. Nota Bene. Missions, 78 (1951) p. 15