UNA CARTA QUE CAMBIÓ LA VIDA

Tal vez nos sorprenda ver cuán corto es el texto de San Eugenio hoy en día. Aun así, detrás de sus palabras yace una realidad que marcaría la diferencia y cambiaría la vida de Eugenio hasta su muerte 29 años más tarde.

El Papa aceptó la solicitud y Eugenio se convirtió en obispo, dando inicio a una tormentosa relación con el gobierno francés, mucho sufrimiento en lo personal y finalmente un notable período de liderazgo pastoral y de amor por los más abandonados de Marsella, la segunda ciudad más grande de Francia en esa época.

Es en Roma donde le veo …

Carta a Henri Tempier, Mayo 14, 1832 EO VIII núm. 422

Yvon Beaudoin nos comenta:

“A principios de 1831, el consejo municipal de Marsella había autorizado una votación acordando suprimir la sede episcopal a la muerte del titular. El Obispo Fortuné de Mazenod de 84 años de edad, escribió al Papa, el 11 de marzo de 1832:

“Santo Padre, me encuentro ya en una avanzada edad y no contemplo la vana esperanza de que Dios me conceda vida por mucho tiempo …. No es la cercanía de la muerte lo que me agobia: mi peregrinar ha durado ya lo suficiente…. ¿Pero qué será de mi pobre diócesis de Marsella, que su predecesor Pío VII restauró tan recientemente de su deplorable situación? … La preocupación es lo que ocupa este pensamiento.

Dios me ha inspirado: que su Santidad me concediera, no un obispo coadjutor, lo que es imposible, además de que no deseo que el gobierno se vea involucrado en este asunto en absoluto, sino un obispo “in partibus”, alguien que gozara de mi confianza, la de mi clero y mi feligresía. Tal obispo sería un solaz durante el poco tiempo que me quede de vida en el ejercicio de mi ministerio, y que a mi muerte fuera el apoyo de mi rebaño, la esperanza de mi clero, y el apoyo principal de todas mis instituciones.

Tengo en mente a alguien que ya es mi vicario general y a quien sin duda mi Capítulo nombrará vicario capitular, a quien todos los miembros respetan y tienen en alta estima. De esta forma podrá gobernar la diócesis con los poderes de un ordinario. Su celo animará a todos, su presencia sostendrá todo el bien que ya ha logrado y administrará el sacramento de las santas órdenes, para asegurar la continuidad ininterrumpida del sacerdocio, esperando el momento en que mejores tiempos permitan a Su Santidad, nombrar al sucesor que elija para mi iglesia…”

El Obispo Fortuné envió al Padre Tempier a Roma para asegurar el éxito del proyecto.”

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