OBLACIÓN: DEJAR ATRÁS LA INFANCIA POR LA PLENITUD DE CRISTO

En la Fiesta de Todos los Santos, los pensamientos de Eugenio se encontraban con Pierre Aubert, quien haría su oblación de por vida a Dios, al pronunciar sus votos perpetuos.

El beso de paz y todas las gracias de la comunión de los santos se han difundido a lo lejos y habrán llegado hasta ustedes, no lo dudo, pues el sacrificio de donde emanan fue ofrecido tanto para ustedes como para los presentes. Hasta nuestro cadete, el más joven de nuestra querida familia, el buen Pierre, quien deja hoy la infancia para tomar las dimensiones del hombre perfecto, me ocupaba deliciosamente.

Carta a Jean Baptiste Mille y a los Padres y Hermanos en Billens, Noviembre 1° 1831, EO VIII n 406

 

Cuando menciona al “hombre perfecto”, Eugenio se refiere a Efesios 4:13 “hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento de Hijo de Dios, hasta que logremos ser hombres perfectos, hasta que consigamos la madurez conforme a la plenitud de Cristo.” Tal es el objetivo del proceso inicial y contínuo de formación de los Oblatos.

Pierre Aubert vivió su oblación como un gran misionero en Canadá.

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