CUIDAR DE NO SACRIFICAR NUNCA LOS PRINCIPIOS

El Vicario Capitular de Aix había ordenado que los sacerdotes celebraran una Misa solemne de Acción de Gracias en el aniversario de la Revolución de Julio de 1830 (“los tres días gloriosos”). ¡Al haber sufrido la persecución de la Iglesia de parte del gobierno tras dicha revolución, Eugenio estaba indignado! Felicita al Padre Courtès por haberse rehusado a tal celebración.

Apruebo su decisión. La posición es difícil, pero con sangre fría y reflexión sorteará los escollos, aunque hay que cuidar no sacrificar nunca los principios. Por ejemplo, habría que haberse opuesto, prefiriendo el cierre de la iglesia que cantar una misa de acción de gracias por uno de los mayores crímenes cometidos desde que el mundo existe, cuyas consecuencias inmediatas han trastornado a Europa y al mundo entero. Hubiese sido una mala acción, un pecado, un enorme escándalo, un sacrilegio, una profanación, una monstruosidad. No me sorprende que el clero de Aix se haya negado a esa injusta orden, pues no se está obligado a obedecer cuando los superiores ordenan un pecado.

Carta a Hippolyte Courtès, Julio 27, 1831, EO VIII núm. 398

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