Al escribir a la comunidad en formación en Suiza, Eugenio les exhorta a recordar y enfocarse continuamente en la presencia del Salvador entre ellos, en especial tener en mente las profanaciones que estaban sucediendo en Francia contra los símbolos religiosos e incluso las hostias Eucarísticas.
¡Oh Dios! Reúnanse alrededor de ese buen Salvador que está en medio de ustedes. Desháganse en amor y atenciones para su persona divina, besen con frecuencia el altar donde descansa y póstrense ante él para rendirle los honores que le son debidos y den testimonio del deseo de reparar tantos ultrajes que recibe en Francia. No sólo se profana su imagen, sino que su propio cuerpo acaba de ser pisoteado y devorado por unos monstruos en la Iglesia de San Luis en París.
Me estremezco al decírselos. Hasta eso ha llegado nuestra decepcionante libertad.
Carta a Jean Baptiste Mille, Marzo 19, 1831, EO VIII núm. 387