ADORO SU CONMOCIÓN Y LÁGRIMAS ANTE LA TUMBA DE LÁZARO

Había sido un período difícil para Eugenio y ahora el P. Capmas, un Oblato a quien quería y admiraba, había sufrido una muerte dolorosa. Eugenio revela su pena y critica a quienes pretenden no necesitar expresar su dolor:

No presumo ciertamente de ser insensible a los golpes que a veces parece nos van a hundir…  Rechazaría esa clase de perfección si me la ofrecieran. Aún más: en cierto sentido, para mí es objeto de escándalo el verla exaltada en algunas historias atribuidas falsamente sin duda, a quienes se esfuerzan, no sin mentir, en situarse fuera de la naturaleza humana y quienes en mi opinión, se calumnian cruelmente.
 Jesucristo, nuestro único modelo, no nos dio ese ejemplo. Adoro su conmoción y lágrimas ante la tumba de Lázaro y, al mismo tiempo, desprecio y aborrezco el estoicismo, la insensibilidad y el egoísmo de todos aquellos que, al parecer, desearían superar a este modelo de toda perfección, que ha querido santificar todas las situaciones de nuestra triste peregrinación.

Carta a Henri Tempier, Enero 11, 1831, EO VII núm. 380

Esta es una de las frases de Eugenio que ha tenido un gran impacto en mí, convirtiéndolo en mi modelo.  Eugenio lloró, al igual que Jesús, y tal Él, podemos hacerlo nosotros, pues “Jesucristo es nuestro único modelo”.

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