LA PROVIDENCIA ME HA TRAÍDO PARA PROCURAR ALGÚN MEDIO DE CONSERVACIÓN PARA LA FAMILIA

Temiendo que la actitud anti-religiosa del nuevo régimen llevara a una mayor persecución y fomentara brotes violentos, Eugenio comenzó a buscar una casa en Suiza para mudar a los escolásticos y novicios. Ahí estarían a salvo y podrían continuar sus estudios y formación en un ambiente más tranquilo, capacitándose para un ministerio integral ya de vuelta en Francia

Hace tiempo que me habría ido de aquí si no creyera que la Providencia me ha traído para procurar algún medio de conservación para la familia.

Carta a Hippolyte Courtès, Agosto 15, 1830, EO VII núm. 356

… No queda otra opción que comprar una casa de campo, o un viejo castillo que no sea caro. Tengo dos a la vista; ambos situados a cuatro o cinco leguas de aquí, en medio de la población católica. Considero muy importante tener un lugar central. La Providencia nos guiará luego según sus designios. Harían falta ahí algunos sacerdotes que pudieran, en caso de necesidad, prestar ayuda a los párrocos de los alrededores. Harían en la región francesa lo que hacen los Ligorianos en la alemana. Solo así podrían hacerse apreciar. Yo establecería en el mismo lugar a nuestros estudiantes.

Carta a Henri Tempier, Agosto 15, 1830, EO VII núm. 355

Podemos disfrutar con Eugenio de la belleza del lugar, que sería por 7 años la casa de formación de los Misioneros Oblatos.

… Después de varios costosos recorridos, pues no se viaja gratis en este país, me decidí y concluí un contrato muy oneroso, que había que hacer si no quería exponerme a quedar sin nada conveniente. Se había hecho de antemano un acuerdo, pendiente de mi aprobación, para una de las casas más agradables del cantón. Fui al lugar y confieso que la encontré encantadora, tanto por el lugar como por los atractivos que la acompañan. Está a muy corta distancia de una pequeña ciudad, al lado de un pueblo; la vista se extiende a través de una llanura y colinas que terminan en las altas montañas de la Gruyére, pero a bastante distancia para no sentirse aplastados. La casa tiene un hermoso jardín al frente; desde la planta baja se llega por una hermosa alameda cubierta, a un bosquecillo por el que serpentea un arroyo. Bajo la enramada se ha colocado una sala verde y bancos, que invitan a los paseantes a detenerse para admirar la belleza de la naturaleza.
Más allá hay un hermoso tapiz de hierba donde pastan tranquilamente las vacas de la granja, situada a muy poca distancia del castillo. En ella están el establo de las vacas y el de los caballos, los pajares, la trilla, los cobertizos, gallineros, la lechería y todos los utensilios de labranza.

Carta a Henri Tempier, Septiembre 20, 1830, EO VII núm. 364

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