¿Qué ocurre con ese pecho? Ahora sí se hace sentir y te quejas de él. Reserva más tu voz; gritas demasiado cuando predicas e incluso al hablar. Toma leche o cualquier otro suavizante; piensa que tienes que durar.
Dejándose llevar por su celo y entusiasmo, el P. Jeancard se había extralimitado en su predicación durante la misión en Saint-Remy y ahora se encontraba mal. Era la historia de prácticamente todos los Oblatos de los primeros días: el entusiasmo y amor por la gente, llevándoles al exceso en el compromiso.
No me sorprende lo que me cuentas de Saint-Rémy; estaba tan convencido de ello con anterioridad, que planeé los ejercicios comenzaran ocho días antes del jubileo y dar tiempo de responder a la numerosa población, ¡pero, pero, pero! siempre hay que terminar así: Hominem non habeo; los que pueden trabajar hacen ya demasiado y hay que contentarse con menos. Dios conoce nuestra buena voluntad y nos la tendrá en cuenta..
Carta a Jacques Jeancard, Diciembre 14, 1829, EO VII núm. 341