LA VISIÓN DE NUESTRA FUNDACIÓN HOY EN DÍA: EL SALVADOR RESPONDE A LAS NECESIDADES MÁS URGENTES DE LA IGLESIA A TRAVÉS DE NOSOTROS

Están siempre dispuestos a responder a las necesidades más urgentes de la Iglesia mediante varias formas de testimonios y ministerios, pero sobre todo por la proclamación de la Palabra de Dios, que encuentra su culminación en la celebración de los sacramentos y en el servicio al prójimo.

CC&RR, Constitución 7

 La “necesidad más urgente” de Eugenio para él y su familia Oblata, era SER para HACER. Todas las páginas de sus escritos llevan a la intención de que no seamos activistas bienhechores respondiendo a un deslumbrante despliegue de necesidades. La actividad incesante a favor de los necesitados es un camino seguro para el agotamiento y no ser útil a nadie después de algún tiempo. El activismo es algo que asegura estar exhausto, ser cínico, hiper-crítico y solitario.

Nuestra Regla de Vida refleja cómo Eugenio contraatacó  el “síndrome de HACER” (aun siendo bienintencionado como lo es) remarcando la respuesta de “varias formas de testimonios y ministerios.” Primero DA TESTIMONIO y después TRABAJA.

Su poderosa declaración de visión, que conocemos como Prefacio, no nos deja duda acerca de dónde comenzar a responder ante la situación deplorable y necesidades urgentes de la Iglesia en Francia, y ahora en la nuestra. Originalmente lo escribió para los sacerdotes Oblatos, pero la Familia Mazenodiana ha cobrado vida alrededor de esta declaración de visión, por lo que aplica a todos:

Están convencidos de que, si se formasen sacerdotes inflamados de celo, desprendidos de todo interés, de sólida virtud, en una palabra: hombres apostólicos que, convencidos de la necesidad de su propia reforma, trabajasen con todas sus fuerzas por la conversión de los demás, se podría abrigar la esperanza de hacer volver en poco tiempo los pueblos descarriados a sus obligaciones largo tiempo olvidadas. «Cuídate tú y cuida la enseñanza, recomienda San Pablo a Timoteo; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan» (1 Tim. 4, 16). 
¿Qué hizo, en realidad, nuestro Señor Jesucristo cuando quiso convertir el mundo? Escogió a unos cuantos apóstoles y discípulos que él mismo formó en la piedad y llenó de su espíritu y, una vez instruidos en su doctrina, los envió a la conquista del mundo que pronto habían de someter a su santa ley. 
¿Qué han de hacer a su vez los hombres que desean seguir las huellas de Jesucristo, su divino Maestro, para reconquistarle tantas almas que han sacudido su yugo? Deben trabajar seriamente por ser santos.

Prefacio

 Sólo después de esbozar una lista de formas en las que se pueden convertir en santos, dice que los Oblatos estarán calificados para “no escatimar esfuerzos para extender el imperio del Salvador” y “realizar cualquier acto como seres humanos, antes que nada, después como cristianos y finalmente, debemos ayudarles a convertirse en santos”.

El ministerio inicia al dar testimonio. El HACER solo puede ser efectivo si es precedido por el SER  – de otra forma nos perdemos en las necesidades más urgentes y no tendremos brújula o GPS que guíe nuestras respuestas.

Encontramos equilibrio a través de una comunidad apostólica deliberada, una espiritualidad y vida de oración personal y comunitaria centrada, con la garantía de tener algo sólido que ofrecer en nuestra respuesta al llamado de los pobres en las necesidades más urgentes de la Iglesia: les servimos como testigos e instrumentos de Jesús el Salvador, Sus co-operadores, a través de quienes Él realiza el trabajo.

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“Cristo no tiene cuerpo ahora en la Tierra, sino el tuyo,
Ni manos ni pies, sino los tuyos,
Son tus ojos con los que Cristo mira con compasión al mundo,
Tuyos son los pies con los que camina a hacer el bien,
Tuyas son las manos con las que bendice a todo el mundo…”   Santa Teresa de Ávila

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