Lo intentan todo para suscitar o despertar la fe de aquellos a quienes son enviados, haciéndoles descubrir «quién es Cristo».
CC&RR, Constitución 7
Nuestra fundación inicial fue para “despertar la fe en la gente” cuya fe y expresión religiosa había sido suprimida como resultado de la Revolución Francesa, básicamente a través de extensas misiones parroquiales en las aldeas rurales.
En el curso de este ministerio, los Oblatos encontraron gente que nunca había sido evangelizada, necesitando entonces un ministerio para “suscitar” su sentido de Dios y conocimiento religioso. Sin embargo, fue en las misiones en el extranjero, donde echó raíces el ministerio de suscitar la fe de la gente en Jesucristo. Al escribir a un misionero enviado a Norteamérica, Eugenio dijo:
Las misiones extranjeras comparadas con nuestras misiones en Europa tienen un carácter propio de un orden superior, ya que es el verdadero apostolado para anunciar la Buena Noticia a las naciones que aún no habían sido llamadas al conocimiento del verdadero Dios y de su hijo Jesucristo, Nuestro Señor… Es la misión de los Apóstoles: euntes, docete omnes gentes! Es necesario que esta enseñanza de la verdad llegue a las naciones más alejadas para que sean regeneradas en las aguas del bautismo. Ustedes son a quienes Jesucristo dirigió esas palabras confiándoles su misión como a los Apóstoles, que fueron enviados para convertir a nuestros padres. Bajo este punto de vista que es verdadero, no hay nada por encima de su ministerio y el de nuestros otros Padres que se agotan en las regiones glaciales, para descubrir a los aborígenes a quienes tienen que salvar.
Carta a Pascal Ricard, Diciembre 6, 1851, EO II núm. 157
“Debemos ser cristianos globales, con una visión global, pues nuestro Dios es un Dios global.” John Stott