La comunidad de los Apóstoles con Jesús es el modelo de su vida. El reunió en torno suyo a los Doce para que fueran sus compañeros y sus enviados (cf. Mc 3, 14). CC&RR, Constitución 3
Desde el primer momento en que Eugenio propuso su visión Misionera hace doscientos años, el modelo fundamental o copia a seguir, nunca habría de cambiar. Su existencia misionera se basó por completo en la de Jesús y los apóstoles. El patrón de la relación de cada uno con Jesús, sus interrelaciones, sus metas misioneras y métodos, debían ser los de Jesús y sus discípulos, como se describe en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles.
El misionero siendo llamado propiamente al ministerio apostólico, debe intentar la perfección. El Señor lo ha destinado a renovar entre sus contemporáneos las maravillas antaño realizadas por los primeros predicadores del Evangelio
Debe pues seguir sus huellas, firmemente convencido de que los milagros que debe hacer no son un efecto de su elocuencia, sino de la gracia del Todopoderoso, que se comunicará por él con tanto mayor abundancia cuanto sea más virtuoso, más humilde, más santo, para decirlo todo en una palabra.
Carta a M. Viguier, Enero 6, 1819, EO VI núm. 38
El modelo permanece sin cambios hasta el día de hoy.
“Nuestras actividades son verdaderamente apostólicas, solo en tanto permitamos a Cristo trabajar en nosotros, y a través de nosotros, con su poder, con su deseo, con su amor”. Madre Teresa