LA VISIÓN DE NUESTRA FUNDACIÓN: CONVERTIRSE EN SANTOS PARA HACER QUE OTROS SEAN SANTOS

En 1816 Eugenio planeó la visión del nuevo grupo de misioneros. En 1818 desarrolló la visión en una regla de vida práctica. El siguiente paso fue presentar dicha Regla al Papa para recibir la aprobación de la Iglesia, sucediendo en 1826, después de que la Regla de Vida había tenido algunas adecuaciones después de 10 años de experiencia vivida.

El espíritu de la visión original se expresaba ahora de forma especial en la primera parte de la Regla, en la sección conocida como “Prefacio”. He aquí algunos extractos:

… La consideración de esos males ha conmovido el corazón de algunos sacerdotes celosos de la gloria de Dios, que aman entrañablemente a la Iglesia, y están dispuestos a entregar su vida, si es preciso, por la salvación de las almas.
…¿Qué hizo, en realidad, nuestro Señor Jesucristo cuando quiso convertir el mundo? Escogió a unos cuantos apóstoles y discípulos que él mismo formó en la piedad y llenó de su espíritu y, una vez instruidos en su doctrina, los envió a la conquista del mundo que pronto habían de someter a su santa ley.
¿Qué han de hacer a su vez los hombres que desean seguir las huellas de Jesucristo, su divino Maestro, para reconquistarle tantas almas que se han sacudido su yugo? Deben trabajar seriamente por ser santos…
… Hay que intentarlo todo para dilatar el reino de Cristo, destruir el imperio del Mal, cerrar el paso a innumerables crímenes, difundir la estima y la práctica de todas las virtudes, llevar a los hombres a sentimientos humanos, luego cristianos, y ayudarles finalmente a hacerse santos.
… Tales son los frutos copiosos de salvación que pueden resultar del trabajo de los sacerdotes a quienes el Señor inspiró la idea de reunirse en sociedad para dedicarse más eficazmente a la salvación de las almas y a la propia santificación, si desempeñan con dignidad su ministerio y responden santamente a su excelsa vocación.

CC&RR, Prefacio

SPANISH

“A la iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar  invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos”   1 Corintios 1:2

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