FEBRERO 17: ¿UNA CELEBRACIÓN EN RETROSPECTIVA? ¿O UNA INYECCIÓN DE ENERGÍA PARA TODOS LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA MAZENODIANA?

Desde el 25 de enero nos encontramos celebrando doscientos años de vida, con gratitud y renovada esperanza.

Hoy recordamos cómo diez años más tarde, la Iglesia aprobó el suceso de ese día en 1816. El 17 de febrero de 1826 fue la fecha en la que recibimos la confirmación, y es conmemorado en todo el mundo por la familia Mazenodiana.

¡Cuán atrofiante que este momento pueda convertirse en una conmemoración retrospectiva, en vez de ser un momento de gratitud y “propulsión” confiada hacia nuevas estratósferas de misión y posibilidades de nueva vida! “Propulsión a chorro” es algo que no describe por completo la importancia de este día: se presta más a algo como un momento para “romper la barrera del sonido”, “Mach”, “supersónico” ¿Exagero? ¡No! No nos referimos a una aprobación burocrática de algunos directivos del Vaticano autorizando continuar nuestra existencia – se trata de Dios. En 1826, el Papa Leo XII, después de un período de discernimiento, reconoció que la Congregación había cobrado vida por tratarse de una creación de Dios. Eugenio comprendió que

la voluntad bien definida del Papa, están sorprendidos de esta convergencia unánime de pensamientos, pero sobre todo de la imperturbable resolución del Santo Padre, a quien nada pudo apartar de la primera idea que el Espíritu Santo le inspiró desde el primer día en que me postré a sus pies y le presenté el plan de esta obra, que ahora podemos llamar divina…

Carta a todos los Oblatos, Febrero 18, 1826, EO VII, n. 226

El Papa reconoció que es el carisma del Espíritu Santo. De ahí que veamos algo  inconmensurablemente superior a cualquier evento supersónico. Se trata de UN ACTO DE DIOS – un suceso más que supersónico, que rompió la barrera del sonido entre el cielo y la tierra. ¡Lo que celebramos es un acto de Dios!

¿Cuál era su importancia para Eugenio? Once años antes había reconocido que

Cuando reflexiono sobre ello, me convenzo de que Dios se complace en poner fin a mis irresoluciones. Tanto es así que estoy hasta el cuello, y te aseguro que en estas ocasiones, soy muy diferente.

Carta a Forbin Janson, Octubre 23, 1815, EO VI n.5

crestEl resultado fue nuestra fundación. La aprobación papal el 17 de febrero de 1826 fue un acto de discernimiento de la Iglesia, aceptando que la inspiración recibida por Eugenio provenía realmente de Dios – que había sido una experiencia  “supersónica”.  El pequeño grupo de hombres había sobrevivido a través de diez años su visión de fundación, sobreponiéndose a dificultades, persecución, deserciones y casi la exterminación, y aun así, nunca se dieron por vencidos. Creyeron en que su vocación provenía de Dios, que su ideal había sido inspirado por Dios y que su misión a los más abandonados, había sido asignada por Él. El discernimiento de la Iglesia lo confirmó, proveyéndoles de nueva vida y energía. No tenía la intención de degradarse en un momento comunitario festivo para palmear espaldas y mirar hacia atrás. Fue una inyección de vida divina la que impulsó a los Oblatos.

Edm missionCuando Eugenio volvió a Francia en 1826, él y la Congregación enfrentaron una década de dificultades. Aun así, el impulso del 17 de febrero los hizo no detenerse y seguir soñando: visiones de “romper la barrera del sonido” de los límites de su tan importante, aunque rutinario ministerio en Francia. Fueron incitados a ofrecerse para ir en misión a Algeria, Córcega, y eventualmente a la oportunidad en la fe en  1841, enviando Misioneros a Canadá, Inglaterra e Irlanda – luego hacia Asia, África y los EU.

¿De dónde provenía toda esta locura? De la seguridad recibida el 17 de febrero.

La conclusión que debemos sacar, mis queridos amigos y buenos hermanos, es que tenemos que trabajar con nuevo ardor y con una dedicación todavía más absoluta por procurar a Dios toda la gloria que dependa de nosotros, y a las almas de nuestro prójimo la salvación por todos los medios que podamos; que tenemos que adherirnos de corazón y de alma a nuestras Reglas y practicar con más exactitud lo que nos prescriben. … En nombre de Dios, seamos santos.

Carta de Eugenio a todos los Oblatos, Febrero 18, 1826, EO VII, n. 226

Algunos de los aspectos de nuestra situación Oblata en la actualidad parecen reflejar los elementos de los años de 1827 y posteriores. Hemos logrado cosas increíbles en el pasado – y tenemos personas maravillosas que participan en la misión hoy en día, pero nuestros números van a la baja, nuestra gente está envejeciendo y nos cuesta trabajo salir del “modo de mantenimiento”.

Que este 17 de febrero sea un momento de gracia otorgado por Dios, para redescubrir el valor de nuestra vida que proviene de Él, que nos llama a nuevos valerosos horizontes y expresiones de este don bicentenario de vida consagrada (que se muestra algo cansada en algunas de sus expresiones).

Que sea un momento lleno de gracia, para re-evaluar, a nivel local, a la familia Mazenodiana, que esencialmente va más allá de un grupo de sacerdotes (y hermanos y hermanas), con limitada participación laica.

¿No es acaso una invitación a salir de nuestro modelo de vida comunitaria, dado el ejemplo de algunas tendencias recientes recibidas del Espíritu en la Iglesia – en las que todo estilo de vida recibe y es igual de importante en la pertenencia y cooperación en la misión inspirada por la misma visión y carisma de Eugenio?

¿No es el verdadero significado del 17 de febrero: una invitación a toda la Familia Mazenodiana a re-inocularnos con el mismo combustible y propulsión que el Espíritu Santo dio a Eugenio?  ¿A que el carisma de cada miembro y segmento de la Familia Mazenodiana se unan en reconocimiento mutuo, respeten y vivan juntos el carisma que Dios le otorgó a Eugenio– y romper la barrera del sonido de nuestra oblación misionera para los más abandonados, en expresiones frescas, que generen vida en la comunidad?
06-10-2010-foto-735También os recomiendo la hermosa letra de nuestro Superior General, P. Louis Lougen, para la ocasión: http://www.omiworld.org/es/content/noticias/3521/carta-del-superior-general-a-la-congregacion-para-el-17-de-febrero-2016/

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