NO ESTOY TODAVÍA SUMERGIDO EN DIOS. ME ENCUENTRO SIN CESAR DONDE NO DEBÍ ESTAR EN ABSOLUTO

En nuestros archivos de los escritos de Eugenio no encontramos nada sobre el momento de su conversión. Tenemos algunas referencias de varios años después, al encontrarse en el seminario y después de su ordenación sacerdotal, cuando mira atrás. Por ejemplo, había escrito a su madre:

empezaba a dejar ese estado de tibieza en que había caído y que inexorablemente me habría llevado a la muerte;

Carta a su madre, Marzo 23-24, 1809 EO XIV núm. 49

Fue en el retiro de San Ignacio que tomó en diciembre de 1814 donde reflexionó y escribió sobre su conversión, 7 u 8 años antes. El primer día de este retiro, escribió acerca de su oración:

He meditado algo sobre el propósito del hombre. Me detuve más en estos pensamientos: que Dios sólo me había creado para él, que me había formado según sus designios para emplearme en lo que sabía iba a contribuir a su gloria y a mi salvación. Y que por mi parte, hasta la época de mi conversión, mi única ocupación fue destruir su obra, logrando hacerlo bien. He contrariado todos sus designios, hasta he hecho imposible la realización de algunos…
Reconozco que desde mi conversión ha habido algún cambio, pero no debo sentirme tranquilo sobre mis acciones: ¡oh, qué lejos estoy de poner en ellas la pureza de intención que Dios exige. No estoy todavía, ni lejos, sumergido en Dios. Me encuentro sin cesar donde no debí estar en absoluto.

Diario de Retiro, Diciembre 1814, O.W. XV núm.130

En el contexto de los Ejercicios de San Ignacio, en los que Eugenio escribe acerca de esta meditación, Fleming comenta sobre el proceso de conversión: “Como Ignacio trata de señalar, este movimiento de conversión es tan primordial a la vida cristiana, que la gente necesita volver a él una y otra vez… es Dios quien llama y nos da la gracia de nuevo, con la frescura de este momento de conversión. Ignacio, en toda su cuidadosa estructura de los  Ejercicios, nos recuerda que Dios es siempre quien dirige el movimiento.”

SPANISH

“La conversión es un cambio de dueños. ¿No haremos lo mismo para nuestro nuevo dueño, el Señor Jesús, que para nuestras antiguas tiranas codicias?”   Charles Spurgeon

Esta entrada ha sido publicada en cartas, notas de retiro y etiquetada como , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *