CONFLICTO ENTRE LA DIMENSIÓN DEL CIUDADANO Y LA DEL CREYENTE

El ministerio de Eugenio le había llevado a fundar a los Misioneros Oblatos, para destruir específicamente los efectos  que la Revolución de 1789 había tenido en la religión de la gente y para reconstruir la Iglesia devastada. Ahora, cerca de 30 años después, había fuertes elementos en el gobierno francés  que daban señales de querer socavar la reconstrucción.  Eugenio, preocupado e indignado, escribe a Tempier acerca de un incidente en el parlamento en París.

Antes de dejar Vitrolles, di la bendición con el S. Sacramento y realicé todo el canto… Confieso que acudí de buena gana y con afecto, pues acababa de leer una horrible blasfemia proferida por un periódico y por consiguiente, repetida en toda Francia contra el Salvador de los hombres, y la indigna debilidad, por no decir la falta de piedad de los administradores de la Cámara de Diputados, que habían suprimido en el monograma JHS, Jesús Hominum Salvator, la J y la S, lo que reducía aparentemente a Nuestro Señor Jesucristo a la mera condición de hombre. Aún me estremezco de horror al pensarlo. Supongo que conoce el hecho, pero por si me equivoco, lo refiero en pocas palabras.
Para la procesión del Corpus se hizo como de costumbre, una estación en el palacio donde tiene sus sesiones la Cámara de Diputados. El decorador puso allí, en forma de adorno el monograma que se halla en todas partes y que los Jesuitas han adoptado en su escudo…
Un cierto Sr. Dupin, diputado, puso el grito en el cielo al ver ese emblema; se burlaron de él, pero como todo París acudió a ver la horrorosa imagen que recuerda a los hombres rescatados por Nuestro Señor Jesucristo, calladamente se hicieron desaparecer la J y la S; y así el monograma se redujo a esa H, que podría interpretarse como: hombre. Entonces uno desearía hacer resonar en todas partes las alabanzas de este hombre, sí, pero hombre-Dios que ha rescatado a los hombres ingratos y abominables de la esclavitud del demonio que los posee y a quien merecen tener como señor ahora y como verdugo por toda la eternidad.

¡Un fuerte arrebato de indignación, pero como siempre en su vida, la calma siguió a la tormenta!  Eugenio se lamentaba de no estar en Marsella  en ese período en que se necesitaba de la acción y protestas decisivas contra otra medida del gobierno contra la religión. Beaudoin explica que el 10 de junio, el rey Carlos X había firmado los “Decretos de Junio”.  El segundo de ellos tenía que ver con los seminarios menores y limitaba el número de estudiantes, prohibía aceptar no-internados y exigía a los profesores  afirmar por escrito no pertenecer a ninguna Congregación no establecida legalmente en Francia.

Voy a tratar de calmarme… Me resulta muy penoso no estar en mi puesto en una circunstancia que requerirá tomar alguna resolución si, como se dice, la ordenanza sobre los seminarios menores merece ser censurada.

Carta a Henri Tempier, Junio 21, 1828, EO VII núm. 303

 

“Los Derechos Humanos, por supuesto, deben incluir el derecho a la libertad de religión, comprendida como la expresión de una dimensión que es a la vez individual y comunitaria – una visión que de unidad a la persona, al tiempo que distinga entre la dimensión como ciudadano y la del creyente.”   Papa Benedicto XVI

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