NADA SUCEDE, A EXCEPCIÓN DE LO QUE DIOS PERMITA

Mientras que Eugenio se alegraba con el ejemplo y logros de la mayoría de sus hermanos  Oblatos, también había quienes no eran constantes ni entraban de lleno en el espíritu de su vocación. Cuando Eugenio había movido literalmente cielo y tierra en Roma para lograr la aprobación de los Oblatos y asegurado el futuro de la congregación, recibió la noticia de que el novicio Oblato Nicolas Riccardi había dejado la comunidad en Aix.

Recibí su carta del 6, mientras le estaba escribiendo. No tengo tiempo para volverla a leer, pero ciertamente si yo le ofrezco algo bueno, usted me presenta en cambio algo detestable ( ). ¿De qué nos sirve que aquí el cielo y la tierra nos favorezcan, si los elementos nos son arrebatados por el infierno? ¡Vaya! Hay una perfecta similitud con el comienzo de los redentoristas, pero ellos recuperaban una parte de lo que perdían. No importa, solo sucede lo que Dios permite, no perdamos el ánimo…

Carta a Henri Tempier, Febrero 16, 1826, EO VII núm. 224

 Consciente de que una vocación a la vida religiosa y al sacerdocio provenía de Dios, pide a Dios darle valor frente a la falta de perseverancia de algunos.

 

“Mucha gente confunde nuestra tarea con nuestra vocación. Nuestra vocación es el amor de Jesús.”   Madre Teresa

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