EL MODELO DE SER COMO LEVADURA EN LA TRANSFORMACIÓN DEL PAN EN EL MUNDO

Desde 1812 había introducido en la casa donde iba para mis retiros anuales, la pequeña asociación de celo que existe en el seminario mayor de París

Diario del 20 de Agosto de 1838, E.O. XIX

 Pielorz describe esta Asociación en San Sulpicio, citando sus reglas:

Esta asociación secreta, similar a la Aa de los Jesuitas, conformada de cinco – a ocho como máximo – miembros, tenía como meta “capacitar en el seminario a un grupo muy piadoso de eclesiásticos que fueran perfectos observantes de la regla y quienes a través de su ejemplo, consejo y oraciones, ayudaran a mantener el intenso fervor en la comunidad.” Organizaba a los más fervientes de entre los    seminaristas… para capturar todos los corazones de los asociados y llevarlos al amor de Cristo, como meta para comunicar a los demás, a través de la piedad  “relajada, abierta, desde el corazón, serena, constante, amorosa, llena de alegría santa, amable, caritativa, paciente, gentil, que se ajusta a todo, flexible para adecuarse a todos y apoyar a todos.”  PIELORZ, La Vida Espiritual del Obispo de Mazenod, 1782-1812, Estudios y Textos Oblatos Selectos, Vol. II, Roma, 1998, pág. 305.

Este atributo de estar cercano a la gente para lenta pero seguramente influenciarles y acompañarles al profundizar su relación con Dios, fue el modelo utilizado por Eugenio al trabajar con los grupos. Un año después de salir del seminario, había usado este principio al establecer la congregación de la juventud en Aix. Los jóvenes no solo trabajarían en su crecimiento y salvación personal, sino a través de la calidad de su vida, serían como la levadura en el “pan” del mundo, para ser el medio de transformación y crecimiento de los demás:

Art. 3. Los congregantes, estando obligados por estado a vivir en medio del mundo, tratarán de comportarse de manera que edifiquen a todos aquellos que tendrán relaciones de familia o de trabajo con ellos.

Estatutos, Capítulo XII §1

 La vocación de los Oblatos era también la de ser “levadura en el pan del mundo”, para ser instrumentos de la transformación del Evangelio. Hace doscientos años, cuando Eugenio se acercaba a la gente para que se uniera a su grupo de Misioneros, había escrito a uno de ellos:

Si pudiésemos formar un grupo, pronto se le unirían los que tienen más celo en la diócesis.
Piense un poco en eso ante Dios. Saben que hace falta, para hacer el bien en nuestras regiones, gente del país que sepa la lengua.  No lo dude, nos haremos santos en nuestra Congregación…

Carta a Hilaire Aubert, 1815, E.O. VI núm. 3

 

“La transformación en el mundo sucede cuando la gente es sanada y comienza a invertir en otros.”   Michael W. Smith

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