DEBEMOS RENOVARNOS, SOBRE TODO EN LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN, PARA HACERNOS DIGNOS DE SER OBLATOS DE LA INMACULADA MARÍA

Habiendo descrito la reacción favorable del Papa a la solicitud de aprobación de Eugenio para los Oblatos, exclama entusiasmado:

“¿¡Lo ha entendido bien, querido amigo, y que todos nuestros queridos Hermanos comprendan lo que vale la palabra de boca del Jefe de la Iglesia de Jesucristo?!…”

Procede entonces a sacar conclusiones respecto a la respuesta que deben dar los Oblatos a esta gracia de Dios:

“Debemos renovarnos, sobre todo en la devoción a la santísima Virgen, para hacernos dignos de ser Oblatos de la Inmaculada María. ¡Pero si es un pasaporte al cielo! ¿Cómo no lo habíamos pensado antes? Reconozcamos que será tan glorioso como consolador estarle consagrados de un modo especial y llevar su nombre. ¡Oblatos de María! Este nombre halaga al corazón y al oído. Debo confesarles que estaba sorprendido, cuando se decidió tomar el nombre de un santo que es mi protector particular, al cual tengo tanta devoción y que ahora parece no ser lo mejor. Ahora me lo explico; perjudicábamos a nuestra Madre, a nuestra Reina, a quien nos protege y debe obtenernos todas las gracias que su divino Hijo le ha otorgado. Alegrémonos de llevar su nombre y su librea.”

Carta a Henri Tempier, Diciembre 22, 1825, EO VI núm. 213

 

“Y dondequiera que los lleve su ministerio, tratan de promover una devoción auténtica a la Virgen Inmaculada, que prefigura la victoria definitiva de Dios sobre el mal.”      CC&RR, Constitución 10

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