LA GRACIA DE LA OBLACIÓN EN EL MOMENTO MISMO EN QUE MARÍA PRESENTA AL SALVADOR AL MUNDO

El 23 de diciembre de 1809, Eugenio hizo un compromiso definitivo hacia el sacerdocio, al ser ordenado al sub-diácono. En una conferencia ese día, ligó el compromiso de ofrecerse por completo al servicio del Pueblo de Dios, con la entrega del Salvador en la Encarnación.

Esos sentimientos que la gracia de la ordenación ha hecho brotar en nuestros corazones, vamos hermanos míos, a depositarlos a los pies de la cuna de Jesús que va a aparecer. Seamos el primer objeto que vean sus ojos al nacer, en el instante mismo en que María presenta al mundo a su Salvador. Jurémosle con una sola voz ser eternamente fieles al juramento que acabamos de hacer, de dar mil veces la vida por la defensa de la inviolabilidad de su Iglesia.
Así sea, así sea.

 Conferencia para el día de la ordenación al sub-diaconado, Diciembre 23, 1809,
EO XIV n 65.

 

«Para ser la Madre del Salvador, María fue «dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante» (LG 56). El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como «llena de gracia» (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios.»      Catecismo de la Iglesia Católica, 490.

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