RODÉATE DE LAS PERSONAS CORRECTAS Y TODO ES POSIBLE

Volvemos a nuestra exploración del viaje de Eugenio a Roma en 1825, para asegurar la continuidad de los Oblatos. Su motivo principal para detenerse en Turín, era reunirse con los líderes de la congregación de los Oblatos de la Virgen María – con vistas a una posible fusión entre el grupo italiano con los Oblatos en Francia. Los ideales y espíritu de ambos grupos eran muy similares.

Desde la mañana, me impuse el deber de entregar una carta de recomendación que me habían dado en Niza para el teólogo Guala. Encontré al hombre más respetable, que me recibió con una cordialidad fraternal. Me dedicó su atención entera desde el primer instante.
Desde su caso os escribo. Hablé mucho tiempo con él sobre las cosas más interesantes. Dirige un establecimiento del que os hablaré más ampliamente. 

Carta a Henri Tempier, Noviembre 8, 1825, EO VI núm. 205

Ocho días después, Eugenio escribió de nuevo a Tempier acerca de la visita:

No tuve tiempo de acabar mi carta de Turín, porque el gran teólogo Lanteri habiendo llegado, me pidió por favor le dedicara todo el tiempo libre que tuviera antes de mi salida. Tanto tenía que ganar con su conversación en todo, que no tuve dificultad en concederle un favor del cual debía sacar más ventajas que él. Este santo, bueno y sabio personaje, el amigo y el superior de ese otro teólogo Guala, del cual os he hablado en mis anteriores cartas. Desde el primer instante de nuestra primera entrevista, le inspiré tanto afecto y confianza como veneración sentí por él. Era como la repetición de lo que había pasado con Guala, con esta diferencia de que siendo el jefe y el amo, no puso restricción alguna en los testimonios de confianza que me dió. Aunque no hubiera venido a Turín sino para ver a esos dos hombres, mi tiempo y el dinero de mi tío hubiesen sido bien empleados. No puedo deciros por escrito lo que fue tratado en diez o doce horas de conferencia; el asunto valía la pena. Tengo que deciros algo para reservarlo y decirlo de viva voz….

Carta a Henri Tempier, Noviembre 16, 1825, EO VI núm. 207

 Yvon Beaudoin nos completa la semblanza de los Oblatos de la Virgen María: “congregación fundada en Carignano (Turín) en 1816… Fue Abbé G. B. Reynaudi quien inicialmente reunió a algunos sacerdotes en Carignano en 1816. Por consejo del teólogo Luigi Guala, solicitó a Lanteri hacerse cargo del grupo. El instituto se había fijado como meta los ejercicios espirituales del clero, misiones parroquiales de acuerdo al método de San Ignacio, la formación de los clérigos, fidelidad absoluta a las directrices de la Santa Sede, etc.” (“Oblatos de la Virgen María” en el Diccionario Histórico, volumen I)

 

“A todos los demás soñadores, nunca permitan que la negatividad del mundo les desencante, ni a su espíritu. Si se rodean de amor y de las personas correctas, todo es posible.”    Adam Green

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