NUNCA ABANDONAR LA SALVACIÓN DE QUIENES JESÚS REDIMIÓ CON SU SANGRE

Eugenio notó la omisión de 28 meses en el Diario de la Congregación de Jóvenes, al no estar al corriente.

Había encargado a un congregante que anotara los sucesos importantes para poder yo luego, en el primer momento libre, redactarlos o transcribirlos, pero esas notas se tomaron muy imperfectamente, de modo que hoy, 23 de junio de 1818, no tengo casi ningún documento sobre todo lo acaecido en estos dos años y medio que preceden, y con todo es el tiempo más fecundo en eventos interesantes.

Eugenio detalla entonces algunos de los sucesos interesantes, tales como las mejoras en la reglamentación y administración de la creciente Congregación de los Jóvenes, al tiempo que participaba en el establecimiento de los Misioneros y todo lo que ello conllevaba. Se refiere a las dificultades que le acompañaban, mismas que hemos comentado en textos previos:

Los obstáculos y las contradicciones crecieron en proporción; pero el Señor, siempre infinitamente misericordioso, no encogió su brazo sobre aquellos que en todas sus gestiones y en todas sus acciones no tenían otro objetivo que su mayor gloria, la edificación de la Iglesia y la salvación de las almas que él rescató con su sangre, y los obstáculos y las contradicciones sólo han servido para afianzar más una obra que él protege y que parece que no debería encontrar otros adversarios que los impíos y los malos cristianos.
Con todo, mi paciencia ha sido cruelmente probada y se ha precisado nada menos que la convicción del bien que se hace en la Congregación por una operación sensible y cotidiana de la gracia, y la certeza del estrago que habría hecho el enemigo de nuestras almas en este rebaño escogido si yo lo hubiera abandonado, para no renunciar a volver a aparecer nunca o por lo menos a intentar realizar el menor bien en una ciudad por la que me he sacrificado y donde me han saciado de amargura. Que sepan los congregantes que el único ultraje (ver abajo, 6 de abril de 1817) que he recibido en mi vida ha sido por causa de ellos y por haber querido hacerles bien, y que jamás he tenido disgustos más que en relación con ellos.

La única razón por la que Eugenio perseveró y no permitió que las dificultades le vencieran, fue la convicción del bien realizado a través de la Congregación de Jóvenes:

Pero que sepan también, para su edificación, que he perdonado el ultraje inmediatamente y que aún soporto los disgustos con paciencia y resignación a fin de agradar a Dios y como expiación de las faltas que cada día cometo no cumpliendo con bastante perfección la tarea que el Señor me ha impuesto para con ellos; justo para no abandonarles he continuado mi ministerio entre ellos a pesar de los obstáculos que se han puesto y de las persecuciones que se me han suscitado por esta causa,

Mientras que las tormentas que Eugenio sorteaba iban en aumento – especialmente en 1817 – había recibido una solución a las dificultades, al ser invitado a dejar Aix y aceptar un nombramiento en Chartres, que le habría llevado a ser obispo:

y experimento demasiado consuelo en poderles decir que he sacrificado en provecho de ellos las ofertas más ventajosas y más seductoras para no hacerles aquí esta confidencia con la esperanza de que ellos me compensen con su perseverancia en el servicio de Dios y su adhesión a la Congregación.

Diario de la Congregación de la Juventud, el 23 de junio 1818, E.O. XVI

Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”

 2 Corintios 12:10

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