COMPARTIR EL CARISMA COMO FAMILIA MAZENODIANA

Habiendo establecido que los benefactores son socios verdaderos en la misión, Eugenio se refiere a la participación íntegra de los beneficios espirituales de su asociación con los Misioneros.

He aquí, sin embargo, cómo intentamos contribuir, aunque pobremente, por nuestra parte:
rezando varias veces al día, con todo nuestro corazón, por los bienhechores de esta santa obra apostólica;
haciendo rezar en las misiones por esa misma intención a los justos afianzados y a los pecadores convertidos;
y por último, ofreciendo con frecuencia el Santo Sacrificio por ellos y concediéndoles plena y entera participación en todas las buenas obras, oraciones, penitencias, etc., realizadas en las misiones o fuera de las misiones por todos los miembros de nuestra Sociedad.
Es sin duda poco, pero cuando se da cuanto se tiene, no se puede dar más.
Después de haberle manifestado, con toda sencillez, todo el bien que le deseamos, me atrevo también a pedirle una parte en sus oraciones para mí y para la pequeña comunidad que, gracias a Dios, marcha mejor ante el Señor que su pobre superior que solo es un servidor muy cobarde e infiel….

 Carta a Madame de Servan, el 20 de agosto 1818, E.O. XIII n.15

Hoy en día nuestra Regla de Vida expresa la interdependencia mutua de todos los miembros de la familia Mazenodiana:

El carisma de Eugenio de Mazenod, don del Espíritu a la Iglesia, irradia en el mundo. Algunos laicos se sienten llamados a participar en él según su estado de vida, y a vivirlo según modalidades que varían según los ambientes y las culturas. Participan en el carisma en espíritu de comunión y de reciprocidad entre sí con los Oblatos.

CC&RR, Regla 37a

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