TODOS HABRÁN DE COMPRENDER QUE LOS HOMBRES NO SON DE HIERRO Y QUE HASTA EL HIERRO SE DESGASTA

El padre de la familia se preocupaba por el bienestar de sus Oblatos:

Noche y día pienso en los trabajos de nuestros Padres y no puedo tranquilizarme al respecto. No es posible que resistan; siento verdaderamente una pena cruel. ¿Cuánto va a durar ese Jubileo tan ponderado en nuestra ciudad de Aix? Veo desde aquí a Suzanne forzando su voz en esa gran iglesia de San Salvador ¿cómo no va a resentirse su pecho? Y Courtés ¿no se forzará también, aunque predique en una iglesia menos amplia?
Que por lo menos no se piense añadir a ese trabajo algún otro. Tome medidas de antemano: es absolutamente indispensable, y deseo definitivamente que descansen un mes entero después de tan excesiva fatiga.
Y cuando digo descansar, me refiero a un cese total de predicación, al menos para aquellos que lo hacen desde hace tiempo, y para los demás que se encuentren cansados de un trabajo más corto, pero por encima de su fuerza. Simplemente hay que rehusar cualquier propuesta, sin temer dar el motivo: todo el mundo sabe que los hombres no son de hierro y que hasta el hierro se desgasta.

Carta a Henri Tempier, Abril 13, 1826, EO VII núm. 236

 Esta preocupación forma parte de nuestra Regla de Vida actual: “Nuestras comunidades ofrecerán a sus miembros posibilidades de recreo, descanso y esparcimiento.” CC&RR, Regla 39b

 

“La fatiga se burla de todos nosotros. Te roba tus habilidades y juicio y te ciega a las soluciones creativas. Es el atleta mejor acondicionado, no el más talentoso, quien  generalmente gana cuando la marcha se dificulta.”      Harvey Mackay

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